sobre cinco
Hace un rato, mientras revisaba, con pena propia, las vainas que he escrito a ver qué sobrevivía, me encontré con esto. No es literatura, lo admito, y no importa. Lo escribí en el segundo semestre del 2001, cuando estuve en el taller de narración oral con Diego Valencia (ve, Diego, gracias... vos no tenés la culpa de que yo escribiera y narrara atrocidades, solo tenés la culpa de querernos y amar lo que nos enseñabas), y era para que lo narrara Diana Olarte. Malos tiempos, pero aprecio esta historia más que por lo que es, porque Diana tuvo su hombre hermoso y sólo cuando no quiso narrarla me contó que lo había tenido. Luego quiero esto porque Diana quedó bien escogida. Lástima que no lo narrara. Ver a esa flaca de pelo negro y ojos verdes contando eso, me habría redimido un poco.
Diana sigue siendo un misterio, miento si digo qué hay en su cabeza, miento si digo que con bajas estrategias de macho en celo no he intentado saberlo, pero a pesar de toda la evidencia en su contra, sostendría que hay algo hermoso en su cabeza.
El poema de Prévert vendrá luego, y supone un vínculo, entre varios profundos hechos de memorias y objetos, con Pascale. Así que esta historia que Diana jamás narró, no es mía, es de ellas y de nadie.
(el número, para no trasnochar a nadie, es de la numeración de los cuentos que escribí durante el semestre del taller... narré tres, vergonzosos, una tarde de noviembre, ante un auditorio que espero que jamás me recuerde... uno lo volví a narrar frente a otro auditorio que espero que sufra de la misma amnesia...
y parte de que fueran malos tiempos: los tres que fueron narrados lo fueron para Daniela... recordás las trampas de la fisiología, las humillaciones del sistema límbico? esas)
Diana sigue siendo un misterio, miento si digo qué hay en su cabeza, miento si digo que con bajas estrategias de macho en celo no he intentado saberlo, pero a pesar de toda la evidencia en su contra, sostendría que hay algo hermoso en su cabeza.
El poema de Prévert vendrá luego, y supone un vínculo, entre varios profundos hechos de memorias y objetos, con Pascale. Así que esta historia que Diana jamás narró, no es mía, es de ellas y de nadie.
(el número, para no trasnochar a nadie, es de la numeración de los cuentos que escribí durante el semestre del taller... narré tres, vergonzosos, una tarde de noviembre, ante un auditorio que espero que jamás me recuerde... uno lo volví a narrar frente a otro auditorio que espero que sufra de la misma amnesia...
y parte de que fueran malos tiempos: los tres que fueron narrados lo fueron para Daniela... recordás las trampas de la fisiología, las humillaciones del sistema límbico? esas)