la gente se pierde
hace mucho no escribo. hoy es necesaria la catarsis. la nostalgia lo empuja. había perdido mis correos viejos y los abrí en el viejo portátil. dolió leer a ana maría, los breves meses en que fuimos felices con un amor ingenuo y pueril, en que fue la amiga de esa manera trivial y bonita a que he resignado mi capacidad de acercarme a algunas personas. o un correo de luis germán cuando recién regresaba a colombia. o nathalia villamizar, cuando salía de la oscuridad. o los correos de carolina lópez, esas intermitencias con las que hemos intentado acercanos a través de los años sin conseguirlo.
el tiempo es inclemente con los vínculos. la gente sencillamente se pierde.
no deja de sorprenderme esa fragilidad mía que me hace querer casi sin substancia casi sin persistencia, con un sentimentalismo excesivo. esos vínculos frágiles que desaparecen. sin embargo, hoy voy a escribirle a ana, sin hablar del pasado, a nathalia, a luis germán. voy a llamar a carolina. ya todo lo que fue y pudo haber sido es irrecuperable. en el caso de ana es casi algo insensato. en el caso de carolina es casi absurdo. pero hay un impulso intuitivo que me obliga.
insisto, me repito, en las bondades del olvido, de la memoria que hace oscuridad los recuerdos. no es sino un tropezón, de esos que ocurren de vez en cuando cuando uno recorre los vestigios.
ya los días volverán a su curso, las horas, para mirarme en lo que soy y quiero andar. veo buenos augurios: la especialización, lo de las abejas en el pacífico, el regreso de fernando.
pero en cuanto a vínculos, a pesar de que a veces insisto, de tangible sólo me quedan los amigos antiguos y la familia. de resto la soledad cotidiana, que amo y protejo. esa soledad que basta una vez que desaparece el sentimentalismo.
busco una interlocución, debilmente la busco. en las películas, en los libros. en la gente es difícil encontrarla.
la gente se pierde y mi soledad insiste en ella misma. aunque alguno de quienes soy busque en los demás acaso lo que no hay y a pesar de todo es feliz en los breves encuentros con quienes no se han ido.
el tiempo es inclemente con los vínculos. la gente sencillamente se pierde.
no deja de sorprenderme esa fragilidad mía que me hace querer casi sin substancia casi sin persistencia, con un sentimentalismo excesivo. esos vínculos frágiles que desaparecen. sin embargo, hoy voy a escribirle a ana, sin hablar del pasado, a nathalia, a luis germán. voy a llamar a carolina. ya todo lo que fue y pudo haber sido es irrecuperable. en el caso de ana es casi algo insensato. en el caso de carolina es casi absurdo. pero hay un impulso intuitivo que me obliga.
insisto, me repito, en las bondades del olvido, de la memoria que hace oscuridad los recuerdos. no es sino un tropezón, de esos que ocurren de vez en cuando cuando uno recorre los vestigios.
ya los días volverán a su curso, las horas, para mirarme en lo que soy y quiero andar. veo buenos augurios: la especialización, lo de las abejas en el pacífico, el regreso de fernando.
pero en cuanto a vínculos, a pesar de que a veces insisto, de tangible sólo me quedan los amigos antiguos y la familia. de resto la soledad cotidiana, que amo y protejo. esa soledad que basta una vez que desaparece el sentimentalismo.
busco una interlocución, debilmente la busco. en las películas, en los libros. en la gente es difícil encontrarla.
la gente se pierde y mi soledad insiste en ella misma. aunque alguno de quienes soy busque en los demás acaso lo que no hay y a pesar de todo es feliz en los breves encuentros con quienes no se han ido.