martes, agosto 23, 2005

después de verte

ayer (viernes) te hablé de cosas que no me escuchaba decir desde hace mucho tiempo: de la importancia de la bondad y los abrazos... uso esta ciudad fría y gris como pretexto para alejarme de mí mismo, me digo que en cali, donde se necesitan menos pretextos para abrazarse, donde tuve cerca a tanta gente que cambió mi vida, gente digna, tierna, valiente (pablo, adriana, martha isabel, terry), me digo que allí, entre el estridular de las chicharras y las dos cordilleras, entre las noches cálidas, dejé aquello profundo que amaba. que era. incluso en cali un día, un día nítido, definitivo, enterré a mis sombras en mi oscuridad. la amo. amo a mis abismos. pero los limité al ámbito de mis soledades. no quería que mancillaran mis abrazos.
no puedo decir que haya dado con gente realmente mala en bogotá. tengo una familia asombrosamente hecha de gente hermosa y buena. tengo cerca a mis mejores amigos. pero todos los días me derrota el tedio, el cansancio de las vidas desde ya desperdiciadas, desde ya en las alcantarillas,o de las vidas hechas de rutinas sumisas, resignadas, de todas esas vidas mezquinas, cretinas, hedonistas, que cada vez son más mi vida. y algún día triste volvieron a salir mis sombras.
y te encuentro y quisiera hablarte de la fe, de la esperanza, de la indignación y de la dignidad, de todo lo que le daría, de lo que le da sentido al mundo. así sea por unos asfixiados segundos, ayer, después de años, me escuché decir, decirte, cómo son de importantes la ternura y el ser bueno.
no te imaginás cuánto quisiera darte eso: la convicción de ser alguien que ve en el cielo el cielo, en los niños más que los muertos y gigantes en los molinos de viento.