martes, noviembre 21, 2006

Levitadora

Adriana vive con su familia en una casa grande que mantiene obsesiva y compulsivamente ordenada y feliz, con rutinas de teteros y comidas para possums y canguros, con cientos de plantas nativas sembradas y un cuarto afuera donde Fernando arma sus aviones a control remoto. De paseo me llevaron a un lugar donde uno puede ver a los pingüinos que regresan de todo un día en el mar, también fuimos al acuario de la ciudad y al zoológico de las afueras. Todos los días generosos y cálidos. Y entretanto, en su casa, mientras alimentaba a sus animales Adriana me contaba de su Maestro, de ella y sus niños y Fernando, de sus amigos, de su familia en Cali, y reía.

Adriana me ha dado dos fés. La fé con la que elijo de qué me alimento. Y la fé del amor que contemplo cuando la veo con Fernando.

Una bendición y un milagro, mi levitadora...