domingo, agosto 08, 2004

Bogotá, agosto 2004

Reciente el mar, me sumergo en Bogotá como en un sueño, las avenidas, la calle donde vivo, la gente que se cotidanea y no sabe. Pero ando sin dolor, como si soñara tranquilo un sueño que se sueña en medio de la selva, o en el páramo, o junto al mar hace cientocincuenta años en esta tierra, un sueño de ciencia ficción, y son fantásticos los edificios y los autos, y son inocentes esas multitudes lentas...
Eso sentí el viernes. Como si luego de caminar Cartagena, de estar piel soledad y entrañas en Playa Blanca, siguiera soñando. Y es hogar el sueño, es un hogar hecho de soñar... al mismo tiempo que la despierta lucidez me deja sin hogar me siento soñando que lo siento, que sentir el mundo como una alucinación sosegada es estar en casa. Y en el vórtice convergen todos: los acantilados, los moors, los otros mares, los ríos, las selvas, hasta los urbanos instantes en que me tuve y me parí.
Eso siento ahora. Como si después del dolor quedara la inocencia.
Sin pasado, sin futuro. Con una... compasión desprovista de culpas y luegos.
Qué es? Qué sucede?