del oficio de enseñar
han sido, desde cuando conocí la evaluación de los estudiantes, días enredados en las emociones confusas del desasosiego y la frustración, el cansancio.
no sólo le enseño a burguesitos malcriados, sino que además escasamente se dan cuenta de cuánto pongo en juego para que aprendan...
me he convertido por hábito y convicciones no confesadas, inconfesables a veces, en un profesor elitista: en uno que sólo al parecer a unos pocos da lo que puede dar... los demás, víctimas de las taras de su inestabilidad emocional, de sus hogares maltrechos, de su pobre educación superior, se quedan en el camino.
no habría, debo decirlo, sensación alguna de culpa si no fuera una situación incómoda donde las voces mayoritarias del inconformismo con mi carácter y mi nivel de exigencia se hacen sentir...
y me pregunto si no debería cambiar y dejarle un espacio a aquellos que quizás con un espacio menos represivo, con más lugar para su voz, pudieran quizás encontrar la oportunidad de aprender, a pesar de no dar el nivel adecuado...
y, pensando, invento otras formas, otras estrategias para llegar a sus mentes, para despertar aquello que de alguna manera los llevó a una carrera a contracorriente, a un lugar propicio y equivocado, a un lugar donde para aprender acerca de los milagros es necesario conjugar el asombro con el rigor y la dedicación, a veces insomne, a los sueños...
y sigo inventando, aunque a veces ellos no entiendan cuánto invento para ellos...
no sólo le enseño a burguesitos malcriados, sino que además escasamente se dan cuenta de cuánto pongo en juego para que aprendan...
me he convertido por hábito y convicciones no confesadas, inconfesables a veces, en un profesor elitista: en uno que sólo al parecer a unos pocos da lo que puede dar... los demás, víctimas de las taras de su inestabilidad emocional, de sus hogares maltrechos, de su pobre educación superior, se quedan en el camino.
no habría, debo decirlo, sensación alguna de culpa si no fuera una situación incómoda donde las voces mayoritarias del inconformismo con mi carácter y mi nivel de exigencia se hacen sentir...
y me pregunto si no debería cambiar y dejarle un espacio a aquellos que quizás con un espacio menos represivo, con más lugar para su voz, pudieran quizás encontrar la oportunidad de aprender, a pesar de no dar el nivel adecuado...
y, pensando, invento otras formas, otras estrategias para llegar a sus mentes, para despertar aquello que de alguna manera los llevó a una carrera a contracorriente, a un lugar propicio y equivocado, a un lugar donde para aprender acerca de los milagros es necesario conjugar el asombro con el rigor y la dedicación, a veces insomne, a los sueños...
y sigo inventando, aunque a veces ellos no entiendan cuánto invento para ellos...