viernes, abril 25, 2008

La hermana del sicario

De heridas que no sanarán:
Dayana lloraba mientras me contaba cómo había sido humillada por la pudiente y burguesa familia de la novia de su hermano. Lloró también por el miedo a que a él, en su oficio de "hacer vueltas" le pasara algo. Me hablo de su devoción por él y por la virgen.

Hay una perversa inocencia en las formas "equívocas" en que las injusticias sociales han forzado a vivir a muchos de las clases populares nuestras: La demanda de asistencialismos paternalistas, el crimen. Una inocencia donde convive el afecto profundo, la ternura, con el odio y el desprecio por la vida de los otros. La premisa es sobrevivir. Son esquemas culturales profundamente arraigados que caen en la barbarie y el horror cuando además el oligarca, además de exhibir ante ellos las distancias que los separan, los agrede, los roba, los viola, los asesina y los desplaza.

De esas heridas abiertas hace más de 500 años está hecha mi patria.

Y no sé de nadie que entienda cómo tratar de sanar esas heridas.

Y no sé si yo quiera vivir en medio de esta sociedad exhuberante pero funesta, que celebra todos los días la vida con las manos ensangrentadas.