irse lejos
Comencé a contarle a Ricardo cómo la niña de ojos gitanos me recuerda a Hernán. La misma tristeza afilada, la misma desesperación. El Hernán de hace años, el Hernán de hasta hace tan poco... Luego, al hablarle de ella caí en cuenta de que a ella la invocaba cuando la desolación de mi adolescencia, a ella, destrozada, dolorosa... ¿Cuántas veces no quise huir con vos? ¿Cuántas veces no quise ahogarme con tu dolor?
He... crecido... o simplemente, ha pasado el tiempo. Por eso no pude tomar tu mano hace 15 días y subir a la montaña con vos, atravesando con nuestros cuerpos la densa oscuridad de tu noche. El tiempo nos pudre los huesos.
Pero hace unas horas, cuando me llamaste para decirme que no podíamos vernos y me dijiste que en semana santa querías irte lejos, fue como si me llamaras desde adentro.
Fue como cuando solo, acudía al llamado del páramo, del mar, de los acantilados... Y solo frente a la voz de la niebla, del viento, de las caricias tristes del mar sobre la costa, de la luna ascendiendo, de las estrellas cayendo, me deshacía en lágrimas. Como si gritara. Esa era mi felicidad. Irme lejos, y abrazarme.
Irme lejos. Y gritar.
He... crecido... o simplemente, ha pasado el tiempo. Por eso no pude tomar tu mano hace 15 días y subir a la montaña con vos, atravesando con nuestros cuerpos la densa oscuridad de tu noche. El tiempo nos pudre los huesos.
Pero hace unas horas, cuando me llamaste para decirme que no podíamos vernos y me dijiste que en semana santa querías irte lejos, fue como si me llamaras desde adentro.
Fue como cuando solo, acudía al llamado del páramo, del mar, de los acantilados... Y solo frente a la voz de la niebla, del viento, de las caricias tristes del mar sobre la costa, de la luna ascendiendo, de las estrellas cayendo, me deshacía en lágrimas. Como si gritara. Esa era mi felicidad. Irme lejos, y abrazarme.
Irme lejos. Y gritar.