miércoles, agosto 25, 2004

Nina

El gordito me hace reír y lagrimear a ratos, pero con lo que me conmueve es con lo que lo que pone en red de su pequeñita. Primero, claro, la bitácora de fotos y de tangos, y luego esos 42 segundos que he multiplicado y después el post del blog testamento por si llega la ausencia.
Sí, ahora me toca acudir a Whitman:
"Do I contradict myself? Very well then I contradict myself."
Quisiera, a pesar de esa turbidez y desesperanza que va por las arterias, ser otro para ser padre sin asco de mí mismo y de mi egoísmo, ejercer mi derecho a mi destino biológico sin que la conciencia me despedace.
Le hice link a Nina a la derecha en este blog bajo una fecha que por estar allí parece arrogante. No, duele. Le llevo varias vueltas de ventaja y varias vueltas antes me habré ido. Mientras otros brillan, en cenizas me consumo. Otro debería ser el mundo para que pudiera ser feliz sin sentirme culpable. En ese otro mundo una hija me vive el corazón y me arrasa las tristezas.