lunes, febrero 28, 2005

parce

bastaba que vos leyeras para que el lugar vibrara con tu voz, parcera. todos esos que te escuchaban saben, en su patética decadencia, que nadie escribe como vos, nadie entiende que una niña apenas pueda decir lo que dicen tus poemas.
luego las historias, caminando para ir a coger el colectivo: "...y eso era como un abismo, como un hueco en la montaña y yo me boté... claaaaro, yo me descalabré y al otro día amanecimos todas rasguñadas... y todos negritos de carbón... y con una sed...", y te reías y yo te decía cosas para hacerte reír. "a mí no me gusta reírme tanto porque después me da como un vacío, a sumercé no le da?" y los viajes pendientes: "yo quiero ir a ese ... bueno, páramo que sumercé dice en monguí..." "pero un man de esos, qué cree que me va a decir a mí? que deje de beber... pero bacano, limpiarse uno con yagé..."
la felicidad es andar de noche con una niña de ojos indios que se recoje el pelo con palitos de sahumerio, que cuando hace gestos es más bella, y cuando lee sus poemas es un milagro... "sumercé cree que yo soy la que escribo? nooo, eso es algo que lo agarra a uno... pero si no pudiera, yo me muero..."
y te dí un abrazo, parcera, y te fuiste en un colectivo y yo llegué feliz a esta farsa burguesa de la que vos me sacás, y daría lo que fuera porque vos hubieras llegado sin vacío, capaz todavía de sonreír.