domingo, mayo 01, 2005

de la calma a la tempestad

extraño esos días tranquilos ausentes de mujeres. pero recibo la tempestad. (no, vos no, pequeña, vos no sos tempestad, vos sos la única paz que recibo de una mujer).

una niña, que a pesar de sí misma lo es, comienza a arrasarme. me gustan sus gestos, su piel, su voz, la manera en que se viste y cómo su falda negra le tallaba su cadera y dejaba ver sus piernas... mis manos queriendo acercarme a su cuerpo mientras me hablaba, mientras la sala entraba en la noche. hoy me contaste, que también cuando caía la noche, quisiste abrazarme y huir.

y en la noche y hoy, dos películas mágicas con mi gitana. y perderte por momentos en que acechan los fantasmas que te llaman ("una es una viejita, la otra una muchacha... acá están... ¿no las ves?") o tu tristeza (nunca te había visto llorar después de reír, como una trampa despiadada de tu fisiología...).

soy una multitud que recorre laberintos. un laberinto de olas que se levantan.