Pero no.
Debería bastarme el cielo, contar cada estrella sujeta a la oscuridad y contar en ellas mi rabias y mis miedos, hasta quedarme dormido con los ojos abiertos.
Si me preguntáis de donde vengo, tengo que conversar con cosas rotas, con utensilios demasiado amargos, con grandes bestias a menudo podridas y con mi acongojado corazón. (Neruda)