martes, enero 29, 2008

La guerra

¿Qué queda, sino llorar y maldecir? Todavía, a veces, quiero salir corriendo. Huir de esto. ¿Cómo puede alguien hacer, poner, y seguir haciendo y poniendo minas quiebrapatas y no enloquecerse de culpa con la imagen de esta mujer y su bebé agonizando en el monte? Dios de los ateos, maldito dios de los creyentes que nos hiciste a tu nauseabunda imagen y semejanza...

41 pisos

Hacía años no salíamos juntos, después de que fueras tanto mi parcera y mi hermanita. Ese viernes celebrábamos tu cumple y fuímos a Cha Cha. El DJ era Fuad. Me comí una pepa... y media. MDA o MDMA, no sé. Y fue una de las mejores noches de mi vida. Aún cuando lo recuerdo, el house, las sonrisas de los otros como nosotros, el sabor de la cerveza, las 6 horas bailando, incluso las mandíbulas apretadas, cuando lo recuerdo aún me estremezco suavemente de felicidad. Salimos al día que empezaba. Te dije, otra vez, cuánto te quería. Nos abrazamos y me fuí a casa a seguir con mi serotonina felicidad.