jueves, agosto 26, 2004

la hija de don nelson

yo tomaba un taxi hasta donde ella vive. llegaba a las 11 de la noche, dispuesto a esperar cinco minutos. pensaba qué pensaría el taxista. o los tombos de la cercana estación de policía. ella nunca demoró más de dos minutos, cerraba la puerta con cuidado... regresábamos entre las tres y las cuatro. me montaba en la película de imaginarme al viejo esperando, dispuesto a matarme.
una vez capó clases y vino a las 6.15 am, a la hora que salía el vecino del segundo (el padre de familia que carga un revólver), el hombre no pudo evitar una mirada que en la somnolencia no pude interpretar como si de envidia o de reproche.
me gusta hacerla reír. y recibirle las trufas de chocolate que me trae. y que ella después después me diga: "decías que las trufas son mejores que qué?"
y escucharla hablar de su viejo, que para las últimas vacaciones los montó en buses y trenes hasta Macchu Picchu, y que sabe cuatro idiomas y lee mucho, y que se sonroja cuando la madre de él recuerda lo hermosos que eran sus ojos de niño, o lagrimea con cartas del bisabuelo. "es que tú y él se parecen, ven donde los otros no ven nada..."
y mientras pensaba en lo mucho que me gustaría conocerle a su viejo. "y dónde es que tiene el almacén? venden cerveza?" "es que vas a pasar? tú estás muy loco!" y se ríe.