domingo, enero 30, 2005

Sandra Tunubalá

"(...) Antes de partir, su madre la da la bendición, cien mil pesos que les quedaron de la cosecha de café y le recomienda que se porte bien, que no vaya a fiestas porque de eso solo quedan embarazos.

Baja de su casa por el camino que usan los caballos y se va a despidiendo de los campesinos. Se sube a un viejo Jeep rumbo a Inzá, la cabecera municipal, donde se embarca en una chiva que la deja con su cargamento en el parque de La Plata (Huila). Allí toma un bus y seis horas después amanece en el terminal de Bogotá. Toma un taxi que la deja en una casa del barrio Teusaquillo.

(...)

La vida de la ciudad ha sido difícil. “Al principio me dio muy duro respirar ese aire con contaminación”, recuerda la joven, que el primer día de clases llegó preocupada a contarles a sus compañeros que no sabía qué pasaba en esta ciudad, que saludaba a todos los que se encontraba en la calle y no le respondían. “Es que en el pueblo uno les dice buenos días a todos”.

Los amigos de la universidad le dicen Tunubalá, le explican las materias difíciles y la invitan a comer pizza, aunque ella prefiere la ‘caucharina’, una mezcla que carga en un tarro, de maíz seco molido y azúcar.

Vive feliz, pese a estar lejos de sus montañas. Le gusta ir los domingos al Parque del Renacimiento, que construyeron donde quedaba el Cementerio Central, donde se acuesta en el prado. (...) "

domingo, enero 23, 2005

la gente se pierde

hace mucho no escribo. hoy es necesaria la catarsis. la nostalgia lo empuja. había perdido mis correos viejos y los abrí en el viejo portátil. dolió leer a ana maría, los breves meses en que fuimos felices con un amor ingenuo y pueril, en que fue la amiga de esa manera trivial y bonita a que he resignado mi capacidad de acercarme a algunas personas. o un correo de luis germán cuando recién regresaba a colombia. o nathalia villamizar, cuando salía de la oscuridad. o los correos de carolina lópez, esas intermitencias con las que hemos intentado acercanos a través de los años sin conseguirlo.
el tiempo es inclemente con los vínculos. la gente sencillamente se pierde.
no deja de sorprenderme esa fragilidad mía que me hace querer casi sin substancia casi sin persistencia, con un sentimentalismo excesivo. esos vínculos frágiles que desaparecen. sin embargo, hoy voy a escribirle a ana, sin hablar del pasado, a nathalia, a luis germán. voy a llamar a carolina. ya todo lo que fue y pudo haber sido es irrecuperable. en el caso de ana es casi algo insensato. en el caso de carolina es casi absurdo. pero hay un impulso intuitivo que me obliga.
insisto, me repito, en las bondades del olvido, de la memoria que hace oscuridad los recuerdos. no es sino un tropezón, de esos que ocurren de vez en cuando cuando uno recorre los vestigios.
ya los días volverán a su curso, las horas, para mirarme en lo que soy y quiero andar. veo buenos augurios: la especialización, lo de las abejas en el pacífico, el regreso de fernando.
pero en cuanto a vínculos, a pesar de que a veces insisto, de tangible sólo me quedan los amigos antiguos y la familia. de resto la soledad cotidiana, que amo y protejo. esa soledad que basta una vez que desaparece el sentimentalismo.
busco una interlocución, debilmente la busco. en las películas, en los libros. en la gente es difícil encontrarla.
la gente se pierde y mi soledad insiste en ella misma. aunque alguno de quienes soy busque en los demás acaso lo que no hay y a pesar de todo es feliz en los breves encuentros con quienes no se han ido.