domingo, abril 03, 2005

Alexandrós Panagulis (1939-1976)

"Vaciaste la segunda botella y pediste la tercera. 'Lástima. Me hubiera gustado hacerme viejo y satisfacer esa curiosidad. Además, siempre he pensado que la vejez es la edad más hermosa de todas. La infancia es una edad desdichada. No hacen más que reprocharte y tiranizarte en la infancia. ¡Cuántos puntapiés recibí de niño! (...) Mi padre, en cambio no me pegaba. (...) Mi padre era bueno. Porque era viejo. Los viejos siempre son más indulgentes, mejores. Porque son viejos y están de vuelta. Hacerse viejo es la única manera de estar de vuelta.' 'Alekos, deja de beber.' 'También la adolescencia es una edad desdichada. (...) Debes llegar a ser esto, te dicen; debes llegar a ser aquello, aunque no tengas ganas de llegar a ser nada porque quieres limitarte a vivir. (...) ¡Cuánto se sufre de adolescente! Pienso que de viejo se sufre mucho menos, aunque se muera. Porque de viejo la muerte es algo normal. ¿Me equivoco? Nunca sabré si me equivoco. Para saber si me equivoco debería llegar a ser viejo, y yo nunca seré viejo. Lástima.' 'Alekos, deja de beber.' Vaciaste la tercera botella y pediste la cuarta. 'Pero la edad más desdichada de todas es la juventud, porque en la juventud empiezas a comprender las cosas y te das cuenta de que los hombre no valen nada. A los hombres no les interesa la verdad, la libertad ni la justicia. Son cosas incómodas, y los hombres se hallan cómodos en la mentira, la esclavitud y la injusticia (...) Un día, a los veinte años, fui a ver al político que admiraba más. (...) Se echó a reír y me contestó: Joven, ¿no irás a creer que se hace política con ideales? Luego me dijo que me había equivocado de dirección. Aquel día lloré, me emborraché y lloré. Antes no me había emborrachado nunca, pues el vino no me gustaba. (...) Pero aprendí a beber vino a los veinte años, aprendí a emborracharme porque una vez borracho se llora mejor. Se soporta mejor el hecho de que los hombres no valgan nada, de que cuanto mejor se comprenden más difícil resulta amarlos. Yo sólo consigo amar a los hombres cuando son niños o cuando son viejos. (...) A los políticos no les importan nada los niños ni los viejos: los niños y los viejos ni siquiera van a votar. Y como fui niño también me hubiera gustado ser viejo. Un hermoso viejo con bigote blanco y tos. Cuando iban a fusilarme sentí esa añoranza: no llegar a viejo. Porque no es verdad que hacerse viejo sea una lata. Hacerse viejo es un placer. Y es justo. Todos deberían hacerse viejos, satisfacer esa curiosidad. Camarero, otra botella.' 'Alekos, deja de beber.' Bebías con fría decisión. (...) 'Alekos, te ruego que dejes de beber.' 'No, quiero beber.' (...) 'Es tarde, Alekos, muy tarde.' 'Nunca es tarde para vivir un poco más. Incluso desdichadamente.'
(...) el camarero alineó las cuatro copas de ouzo, excesivamente grandes y excesivamente dobles. Tragaste dos de golpe, mientras en la mesa de al lado alguien reía, y pronto una lágrima te descendió por la nariz para sumergirse en el bigote. 'No llores, Alekos. ¿Por qué lloras?' 'Porque me he equivocado en todo. He confiado en los hombres, y me he equivocado en todo. He creído que a los hombres les importaba la verdad, la libertad y la justicia. Me he equivocado en todo. He creído que comprenderían. Me he equivocado en todo. ¿Para qué sirve sufrir, luchar, si la gente no comprende, si a la gente no le importa? Me he equivocado en todo.' 'Calla, Alekos. ¡Calla!' 'No debí salir de mi celda. En cuanto me sacaron de mi celda debí volver a ella. Volver y volver una y otra vez. Entonces hubieran comprendido. Cuando estaba en mi celda comprendían. (...) Para hacerme comprender ahora debería morir.' 'Calla, Alekos. ¡Calla!' 'Un funeral, sería preciso un hermoso funeral. Acudirían de los campos, de las islas, atascarían las carreteras, se encaramarían a los tejados como los cuervos. Y comprenderían. Al menos por un día comprenderían. (...)' 'Calla, Alekos. ¡Calla!' 'Incluso tú acabarías por comprender. Porque ni siquiera tú comprendes. ¿Lo ves? No me amas y no me comprendes. Para ser comprendido a veces hay que morir. Para ser amado a veces hay que morir.' 'Calla, Alekos. ¡¿Qué dices?! Te están mirando, te están escuchando.' (...) '(...) ¿Qué saben ellos de mi llanto, de mi bebida? Tienen demasiados automóviles. (...) ¿Sabes qué harán ésos el día de mi funeral? Irán a un partido de fútbol. (...) Y después del partido de fútbol tal vez vayan a un mitin, al mitin de cualquier chacal que ha metido un gol sin luchar, sin sufrir. Y lo aplaudirán, entusiastas. Para ellos ni siquiera morir sirve. (...) Les odio a ellos y a sus automóviles. Me meo en sus automóviles.' Te levantaste, tambaleándote. Arrojaste sobre la mesa un billete para pagar el ouzo. Saliste para dirigirte hacia los automóviles aparcados en la plaza. Te liberaste de mí, que trataba de detenerte, y llegaste a ellos. Luego te desabrochaste los pantalones sin prisa, te sacaste el pene sin prisa, lo empuñaste como el asta de una bandera y, tranquilo y decidido, te dedicaste a inundar de orina los laterales, los capós y las ventanillas de los automóviles. (...) y mientras lo hacías recitabas tu poesía, aquella acerca de los que no desobecen nunca, no se comprometen nunca, no arriesgan nunca.
'Vosotros, tumbas que caminan.
insultos vivientes a la vida,
asesinos de vuestro pensamiento,
fantoches con formas humanas.
Vosotros, que tenéis envidia de las bestias,
que ofendéis la idea de la creación, que buscáis refugio en la ignorancia,
que aceptáis como guía el miedo.
Vosotros, que habéis olvidado el pasado,
que véis el presente con ojos enturbiados,
que no tenéis interés por el futuro,
que respiráis sólo para morir.
Vosotros, que sólo tenéis manos para aplaudir,
y que mañana aplaudiréis
con más fuerza que nadie, como siempre,
como ayer y como hoy.
Sabed entonces, vosotros,
excusas vivientes de toda tiranía,
que a los tiranos los odio tanto,
tanto como me asqueáis vosotros
y vuestros jodidos automóviles.'"

Oriana Fallaci: Un hombre (Un uomo, 1979)