sábado, agosto 25, 2007

La insistencia de mis taras

Hoy otra vez, y por segunda vez esta semana, mis taras lastimaron a alguien que me amaba. No puedo lobotomizar esa parte oscura que me convierte en predador, en miserable... No tengo la fuerza para controlarlo. Hay seguramente un infierno que me espera. Alguna agonía que merezco.

viernes, agosto 03, 2007

Un día de la semana pasada

En un día lo esencial de la vida: en la mañana la carne trémula de lujuria, en la tarde la carne condenada a dejar de estar viva.

Hace casi tres años

Hace casi tres años, según tus recuerdos, nos encontramos. Nunca nos hemos visto. Anoche, después de año y medio regresaste y un dolor egoista se hizo bilis y vomité una rabia estúpida que te hizo llorar cuando sólo querías saludarme. Me dí cuenta más tarde de lo cruel de mi rabia, cuando releeí las conversaciones antiguas y leí alguien que he sido y que desprecio. Nunca quise realmente encontrarte, Diana. Quise que fueras esa criatura extraña que imaginaba de tus palabras, de tus imágenes. Pero ahora vuelves, la misma y distinta, aún herida de tus soledades y agonías. Pero ahora, ahora que veo la distancia entre mi bestia amarga y este animal que lentamente abre la piel, la mirada y las entrañas, ahora quizás pueda recibirte en tus palabras. Ojalá sea así. Llegas cuando llega la calma.

Natalia

Me gustaron tus ojos tristes. La forma en que sonreían en el instante justo antes de besarme. Y tu voz, y tu forma de ser niña. Hay algo que sucede: cuando estamos juntos el tiempo se sosiega y el corazón cae en el vértigo de una alegría sencilla, distante de esa bestia vacía o amarga que he sido y que soy a veces. Soy con vos alguien que rara vez he sido, alguien sin torturas ni caídas, alguien que recibe tranquilo la noche y tus besos y que se duerme sonriendo.