lunes, noviembre 28, 2005

del oficio de enseñar

han sido, desde cuando conocí la evaluación de los estudiantes, días enredados en las emociones confusas del desasosiego y la frustración, el cansancio.
no sólo le enseño a burguesitos malcriados, sino que además escasamente se dan cuenta de cuánto pongo en juego para que aprendan...
me he convertido por hábito y convicciones no confesadas, inconfesables a veces, en un profesor elitista: en uno que sólo al parecer a unos pocos da lo que puede dar... los demás, víctimas de las taras de su inestabilidad emocional, de sus hogares maltrechos, de su pobre educación superior, se quedan en el camino.
no habría, debo decirlo, sensación alguna de culpa si no fuera una situación incómoda donde las voces mayoritarias del inconformismo con mi carácter y mi nivel de exigencia se hacen sentir...
y me pregunto si no debería cambiar y dejarle un espacio a aquellos que quizás con un espacio menos represivo, con más lugar para su voz, pudieran quizás encontrar la oportunidad de aprender, a pesar de no dar el nivel adecuado...
y, pensando, invento otras formas, otras estrategias para llegar a sus mentes, para despertar aquello que de alguna manera los llevó a una carrera a contracorriente, a un lugar propicio y equivocado, a un lugar donde para aprender acerca de los milagros es necesario conjugar el asombro con el rigor y la dedicación, a veces insomne, a los sueños...
y sigo inventando, aunque a veces ellos no entiendan cuánto invento para ellos...

el profe que no soy

"Las primeras clases las dictaba a 36 personas, casi todas mujeres, que se sentaban en el piso de una casa estrecha, en las laderas de Medellín.

La voz aguda de la niña compite con el ruido estridente de una moto. Aún así, las 32 personas reunidas en un corredor que da a la calle de ingreso del barrio Manrique La Banca, en el nororiente de Medellín, reaccionan al llamado de Leidy y voltean instantáneamente la cabeza.

–Su atención por favor –dice la pequeña de 11 años, apropiada de su papel de maestra. Luego, les da unas indicaciones generales y continúa asesorándolas en una tarde lluviosa de sábado para que aprendan a pintar sobre telas.

En esta singular aula de clases, improvisada en frente de la parroquia San Sebastián, algunas sillas son prestadas de la iglesia y otras las llevan las alumnas. La mesa más grande, que casi ocupa la cuarta parte del lugar, se forma con una puerta apoyada en un pasamanos y en un escritorio desvencijado y pequeño. El que más madrugue es quien tiene puesto.

La mayoría de sus alumnos son mujeres de todas las edades, a excepción de José Aníbal Cuadros, de unos 27 años, y Esteban Isaza, de 60. Las alumnas le prodigan una reverencia especial por ser su maestra, aunque muchas tienen edad como para ser sus bisabuelas.

La pequeña maestra lleva el cabello rubio dividido en dos trenzas laterales, viste camiseta azul cielo, yomperg blanco y chanclas plásticas.

No ha terminado una asesoría cuando alguien la llama de otro lado. Es María Isabel Oliveros. La niña posa su mano derecha sobre la de esta alumna y le orienta el pincel untado de vinilo rojo por el contorno del moño de un payaso que está pintando sobre la tela blanca.

Luego llega donde una mujer de unos 30 años para indicarle la mejor manera de que los dos círculos le queden como bolas de Navidad y no como llantas desinfladas. Esta vez toma el pincel y retoca el dibujo con trazos circulares rápidos y perfectos.
“Ella explica muy bien y nos tiene mucha paciencia, no se ofusca cuando la llamamos a pedirle una explicación o una opinión”, comenta Eunice Peña, de 55 años, quien pinta un mantel con hojas verdes y flores blancas y rojas.

Ni siquiera cuando atiende a la entrevista Leidy se queda quieta. Habla y, simultáneamente, voltea la mirada hacia las mesas para indicar qué hacer. De pronto interrumpe el relato y alza la voz infantil: ‘‘Escuchen por favor, escuchen por favor’’. Cuando todos la miran pide un aplauso para José Aníbal Cuadros, el hijo de Marta Oliva Restrepo, que con una sola clase ya terminó un dibujo. Su juego es pintar

La pequeña ha estado entre lienzos y pinceles desde el nacimiento, de la mano de su abuela Amparo Ocampo, que es pintora. Empezó a exponer antes de los 5 años.

Justo en medio de una exposición a principios de este año, ella y su primita Juliana, de 10 años, mostraban sus cuadros cuando una señora les preguntó: “¿Y será que ustedes no van donde los pobres a enseñar?”.

“Mi ‘tita’ (abuelita) no quería, pero nosotros le insistimos en que sí, que sí y que sí, hasta que dijo que bueno”, recuerda Leidy.

Las clases comenzaron en la parte alta del barrio Manrique con 36 personas “en una casita súper estrecha, todas sentadas en el piso”.

Después se pasaron para la sede comunal, pero, por un malentendido por unas sillas que aparecieron rayadas, se quedaron de nuevo en la calle, hasta que Luz Elena Bedoya les ofreció el corredor de su casa.

A los pocos días de embarcarse en este proyecto, Juliana desistió por indicación de sus padres y Leidy continuó con la abuela Amparo Ocampo, quien aporta pinturas y telas para subsidiar a sus beneficiarios.

Leidy estudia juiciosa sexto grado en el colegio Salazar y Herrera y saca tiempo para pintar, aunque no le quede mucho para jugar. Los viernes prepara la clase para el sábado, día en que sube a los barrios, a instituciones de beneficencia o a hospitales.

Es tanto su compromiso que ha ido al barrio varias veces enferma y en una ocasión decidió perder un paseo familiar a la Costa antes que fallarles a sus pupilas.

“Uno como niño se la pasa jugando, pero un juego también puede ser la pintura y venir acá. No es por nada, pero yo me siento súper bien, aunque mis amiguitas piensen que es cursi”, dice."

NÉSTOR ALONSO LÓPEZ L.
Redactor de EL TIEMPO
MEDELLÍN

domingo, noviembre 13, 2005

tanto

me he equivocado tanto para encontrarte, tanto para saber quién no eras, quién sos.
te veo acobijada a mi lado, viendo la película, y es tanta la alegría, tanta la fe.
y es tan feliz perderse en tus besos y andar acompañado de la suavidad de tus manos...
me das tanto.
tanta paz después de tanto tedio, de tanto absurdo, de tanto cansancio.
ahora duermes y yo guardo tus abrazos.

"me das tranquilidad..."

"... cuando me abrazas."

vos

mi aire
mi luz
mi paz

domingo, noviembre 06, 2005

música antigua

fuimos anoche al concierto de La Fenice. interpretaron música popular y sacra, la mayoría del siglo 17. fue más bonito de lo que imaginé y me hizo muy feliz sentir que te gustara tanto... de la primera parte me gustó la Sonata sopa la Bergamasca, de alguien que no conocía (bueno, no conocía a ningún compositor...): Marco Uccellini. la segunda parte me gustó más: una obra instrumental hermosa, en clavecín (William Byrd: The queen's almain); un canto anónimo (Von Gott will ich nicht lassen); una sonata para fagot que a ambos nos sonó a jazz (Philip-Friedrich Böddecker: Sonata per fagotto sopra la monica) y una obra con una parte a dos flautas conmovedora y alegre (Tarquinio Merula: Ciaccona a 3).
me encanta descubrir cómo sos de sensible a cosas que se me escapan. qué bueno es andar juntos. como siempre, reímos y nos conmovimos, aprendimos, descubrimos y jugamos. cómo me hacés de feliz, cómo me hace de feliz el mundo si estoy a tu lado...

jueves, noviembre 03, 2005

de Daniela para el doctor



"Soy Daniela Andrea Cadavid. Tengo 11 años. Estudio en Asia Ignaciana Barrio Platon de los Comuneros. Tengo 3 hermanos, Sara de 6 años, Daniel de 5 y Camila de 2. Doctor, le escribo para suplicarle que por favor nos ayude y no nos deje sin luz en Navidad.

"El año pasado fue muy orrible pues no tubimos luz porque mi papá es un borracho y drogadicto y mi mamá lo echo de la casa y ella no gana casi con que pagar los servicios pero es que ella no nos deja prender velas porque un día se quemo la toballa y un trapito que adornaba el baño. Cuando se llega la noche nos tenemos que acostar antes de que se oscuresca.

"Mi mamá se fue un día para el centro a vender ebillas y chulos pero espacio publico le quito todas las cosas ella llego con una malacara y aburrida. Ahora esta puliendo ropa en unas confeciones que quedan por aca. Y a veces se gana 35000 o 40.000 semanal. Yo como en el Restaurante y cuando la Hermana no se hace en la puerta yo recojo lo que dejan mis compañeritas para traerle a mis hermanitos porque a veces Sara no come nada. A Daniel una señora le da tostadas o falletas.

"Doctor yo estoy vendiendo confites en mi escuela, ya tengo $5.000 ahorrados para comprarle un regalito de navidad a mis hermanitos porque el año pasado no les trajo nada.

"Doctor, a ver si usted nos pone la luz para el 24 de diciembre que es navidad y el 31 de diciembre.

"Yo le puedo pagar porai 10.000. Yo no quiero volver a pasar una navidad sin luz aunque no teniamos nada que comer ni estrenar. Pero yo tengo una istalacion de ubitas y no la pude poner.

"Por favor yo se que usted es el que manda. Yo voy recogiendo plata para poder pagarle.

"La profesora me dijjo que le escribiera que usted era muy buena persona. Ella lo conoce a ustetd. Mi profe se llama Ligia.

"Yo le pido a Dios para que cambie a mi papá pero el no cambia. A veces viene borracho a ver mis hermanitos pero mi mamá no lo deja entrar. Mi mamá se mantiene llorando y dise que se ba enloquecer.

"Yo creo que ella nos ba a regalar o a envenenar porque ella le dijo una amiga que le probocaba darnos a Bienestar Familiar o tomar venenos con nosotros.

"Ella vive de mal genio a veces me proboca tirarmele a un camion que pasan por aca cerquita.

"Doctor si me puede contestar nosotros no tenemos servicios cocinamos con gas. Pero si me puede llamar donde una vecina. El tlf es 464 2048. Mi nombre es Daniela Andrea Cadavid. Crr. 48B # 20E-30. Barrio Acebedo"

martes, noviembre 01, 2005

otro concierto a tu lado

Hoy curiosamente, la que me dejó más feliz no fue la música de Juan Sebastián, sino la de un contemporáneo suyo que no recuerdo haber escuchado antes, Johann Gottlieb Janitsch (Sonata da camera en Do mayor, Op. 6 para flauta, oboe, violín y bajo contínuo) y la del menor de sus hijos, Johann Christian Bach (Quinteto en Re mayor para flauta, oboe, violín, violonchelo y clavecín obligado). Esta última en particular fue cristalina, ingenua, pura, infantil. Preciosa.
Creo que el violinista de Il Gardellino no supo trasmitir la emoción o la fuerza que requerían algunas de las obras... O quizás la Sonata BWV 527 para órgano se resintió de su transcripción para flauta, violín y bajo contínuo. Sin embargo, fue un concierto bonito, con un buen final y un encore vital y feliz.
(Qué bueno tenerte a mi lado, compartiendo el milagro de la música, mirando cómo me llena y cómo a veces me humedece los ojos...)

gracias

hoy:
por el dulce de chocolate.
por mi nombre hecho por tus manos.
por lo que me escribiste.
por el delfín y la conchita.
por acompañarme.
por dejarme estar a tu lado.
por tus besos.
por hacerme feliz.

gracias