sábado, septiembre 30, 2006

Highs and lows

Hoy temprano le hablaba a Lía de Borges, del Budismo y de Cioran.
Ahora, después de haber leído la columna de Kathleen Noolan en el periódico de hoy, me dediqué a seguirla leyendo online. Una escritora inteligente, sensible, precisa, que sabe guardar el punto conmovedor y sacarlo a tiempo. Escribe, sin embargo, babosadas, en últimas, sobre la naturaleza humana, sobre las que no queda mucho que añadir después de Swift. Babosadas que son mi historia cotidiana (por no hablar de otras babas menos presentables).
A veces, muy poco ya, me sumerjo en las simas. Pero soy una criatura que necesita del aire.
Pero sé que en los abismos está todo lo que debería bastar.
Sé. Pero todo sigue igual.

viernes, septiembre 29, 2006

Telarañas

Es otra historia de los espacios virtuales: de vos sólo conozco unas cuántas fotos y tu voz. Pero sé que te gusta la guitarra eléctrica, la poesía, que sos medio existencialista a veces, y qué sabés de árboles y micorrizas.
Que sos como nadie que haya encontrado en mi vida y que lo sos cuando quería encontrarte.
Pero te da miedo.
Claro.

Y de tristeza me da rabia el mundo, esa tristeza agria, esa acritud que me endurece la piel y las entrañas.
Y encuentro de nuevo que hay una bestia oscura, harta de esta cosa mansa y tranquila, una bestia oscura acorralada que sólo espera mi cansancio y mi derrota para saltar a los ojos de Dios y arrancárselos con los dientes y las garras.

viernes, septiembre 15, 2006

The Pride. The Rage.

Oriana Fallaci. Un nombre que me evocaba, y aún me evoca, un ideal de resistencia contra el poder: "I have always looked on disobedience toward the oppressive as the only way to use the miracle of having been born." Por eso, me ha sido difícil reconciliar esa imagen profundamente arraigaida desde la lectura de su Entrevista con la Historia y Un Hombre, con la Fallaci post-11S. Pero quizás la explicación sea sencilla. Es la rabia, el orgullo. Dos atributos esenciales de Fallaci que difuminé bajo la imagen de la Fallaci tierna que era al lado de Panagulis. Ellos me representaban la encarnación de un amor hasta un límite superior, del amor que no deja de ser algo profundo así esté infectado de lo que nos hace brutales y estúpidos. Un nosotros, especie antropoide, sublimado sin falacias.
En el relato de su amor doloroso con Panagulis, Fallaci deja entrever un detalle que siempre tengo presente al recordar el libro. En una de las crisis de Alekos, Fallaci lo encuentra en medio de su apartamento destrozado. Sobre una lámpara florentina Fallaci elabora desde el dolor una visceral descripción de lo que para ella encarna los ideales de la belleza, una belleza occidental, destrozada por una bestia que ella ama.
Eso es la Fallaci de los últimos años. Una anciana orgullosa de su apreciación por los ideales de una estética en decadencia, en ocaso, y furiosa de la vejación de los musulmanes, de su irrespeto por esos ideales, furiosa por la postración, la casi suicida, humillante sumisión occidental ante los vejámenes.
Entiendo a la anciana. Entiendo su infierno de rabia y orgullo. Se ha ido chillando su histeria. Ojalá uno pudiera decir que algo de ella ahora descansa en paz. Algo, que ya no es ella, se pudre. Su legado, su lucidez fatal y triste de Cassandra quedan.
Yo prefiero seguir evocándola tierna. En ese obra de amor que siempre me arrasa hasta las lágrimas. Gracias, Oriana.
"I am capable of everything if I get angry."
Ciao, Oriana.

miércoles, septiembre 06, 2006

Dialogue

"Piaget: Qu’est-ce qui fait le vent ?

Julia : Les arbres.

P : Comment le sais-tu ?

J : Je les ai vu bouger leurs branches.

P : Comment cela fait-il du vent ?

J : Comme ça (en bougeant ses mains devant son visage). Les branches sont seulement plus grosses. Et il y a beaucoup d’arbres.

P : Qu’est-ce qui fait le vent sur l’océan ?

J : Il souffle là en venant de la terre. Non. Ce sont les vagues…"

martes, septiembre 05, 2006

primavera

de un día para otro la noche se llenó de cantos.