lunes, octubre 31, 2005

siete meses

hoy hace siete meses, un jueves, apareciste en mi oficina. me habías visto antes pero nunca habíamos hablado.
desde ese día, has bendecido mi vida.
quizás necesitaba de vos para limpiarme los ojos y la sangre y el corazón.
quizás necesitaba de vos para volver a jugar y a reír y creer.
llegaste cuando estaba en medio de tantas mierdas (he estado en tantas mierdas... debí tener tanta mierda en la cabeza para estar en algunas) y aún queda algo en las uñas, detrás de la orejas... y mientras me limpio vos decís: "mira tan lindo" y me muestras un atardecer.
no sé qué me pasa... pero que hayás aparecido en mi vida... me... emociona tanto... me... bendice tanto... que... me quiebra la voz, me la esconde y me pone mar en la mirada...
hay una serie de encuentros que han bendecido mi vida. y cuando los recuerdo y vuelven, como cuando por ejemplo me llegó la invitación de pascale a su matrimonio, o como cuando hablo con mi madre, es como si todo lo limpio que tengo me llevara a tu lado. y te siento.
a tu lado soy.
a tu lado río.
a tu lado juego.
y vivo.
gracias por haber venido. gracias por seguir conmigo.

se fue el viejo Emiliano...

Y de recuerdo de uno de los padrinos espirituales del hijo de Rafa, la última entrevista que dejó:

“Estoy incómodo”, fue el saludo apenado del autor de "La gota fría", la piquería que lo hizo mundialmente famoso.

¿Por qué está incómodo?
Porque yo no oigo. Es un problema para hablar conmigo, por cualquier cosita. Entonces da incomodidad hablar con un sordo viejo. ¿Quién es usted?

Liliana Martínez, de EL TIEMPO. Nos conocimos en Bogotá hace unos años.
Yo tengo tres años así ya. Es que yo soy viejo. Van a ser cuatro. Donde me ve, estoy huyéndole al festival.

¿Por qué?
Porque ya yo no doy pa’nada.

Entonces, hace tres años que está enfermo…
Ya vencido. La vejez y otras cosas más que tengo. Yo estoy mal de todo. Ya no soy lo que era. Una charla ahora no puedo atenderla porque ya no oigo. Tienen que hablarme muy duro. Ando tomando medicina pa todo. Pero ya los viejos no sanamos. Ya los viejos estamos vencidos de todo. Qué haría yo, un hombre de 94 años, pidiéndole a Dios, que ya no sana. Entonces, que me lleve de una vez.

¿Por qué le huye al Festival?
Porque yo, teniendo tantos amigos... una patrulla de amigos… Me da miedo ir por allá.

¿Al Festival?
Quería hacer presentaciones, como las he hecho siempre. Pero ya no toco. Tengo debilitada la voz.

¿Cuándo cantó ante el público la última vez?
Eso fue en Riohacha. Tres años…

Pero sus amigos lo quieren ver…
Se agrupan a verme, a saludarme, a preguntarme. Yo ya no doy pa’eso. Para tocar, menos. Para cantar, menos. Entonces, más bien yo quería ausentarme. Veremos, ¿No? … ¿Usted es de los Martinez… de qué Martínez?

Pues, en Bogotá hay muchos…
De los del Valle… ha de ser.

¿Qué le gusta recordar ahora?
Me hice yo mismo. Es que era inteligente pa’ todo. Pero un viejo ya no debe seguir, porque está sufriendo. Es un sufrimiento permanente. Para lo viejo no hay medicina. Un viejo solo sin medicina, con qué esperanzas. Entonces me dicen que espere. Pero no hay más. Porque uno ya llegó a su final. Me dicen: “No, viejo Mile, es mejor estar vivo". Es que… con qué fuerzas. Les digo: “Prefiero estar muerto y no vivo y sufriendo”.

Entiendo. Entonces, no quiere ir al reconocimiento…
No sé cómo andaré. Me da susto por todos lados. Cuando me acuerdo del Festival me da susto porque voy a pasar por la pena. Ya no me van a tratar como anteriormente. Ya no. A mí me saludaban los amigos: “Ve, viejo Mile”. Siempre me saludan y me dicen cosas pero yo no sé de qué me están hablando. Aquí hablamos porque tenemos confianza, porque se acerca usted y yo ya le advertí que estoy sordo y le hablo duro. Otros quieren conocer a Emiliano y hablarle pa’preguntarle y ya no doy pa’eso. ¿Ve la pena que voy a pasar?

El homenaje es para usted y otros cinco reyes vitalicios…
¿Va a estar Escalona?

Sí, ya está.
¿Ya llegó?

¿Quiénes son sus amigos del alma?
Todos los que están conmigo. Toda Colombia es amigo mío. Porque yo siempre me supe comportar. Siempre hay distinciones. Porque el mundo es uno son los amigos. Y se me han muerto, se puede decir, los mejores amigos. ¿Usted fue amiga de Alfonso Cote?

Lo siento, no…
Se hizo muy popular. Mi amigo, mi compañero. Lo mismo, Escalona. Me da guayabo cuando pienso en esos tiempos. Me da guayabo. ¿Conoce a Lorenzo Morales?

Sí.
¿Está vivo?

Sí.
Pero está peor que yo. Él está completamente maluco y añorando a su mujer. Cuando ya la mayoría de los hijos se le han ausentado, ahora él necesita la compañía de sus hijos. Tiene cuatro años menos que yo.

¿Lorenzo vive en Valledupar?
Sí. En Primero de Mayo. Yo, así sin poder moverme ya ve, he cruzado para verlo. Como he sido un tipo agradecido, entonces yo lo quiero mucho. Y me fijo de él, porque mi bienestar me vino por concepto de esa piquería con él.

¿Qué es lo más bonito de la vida?
Los problemas…

¿Lo más hermoso?
Lo más bonito para mí ha sido mi música, mi fundamento. Yo me llené de amistades. Todo lo que hice fue gustoso para el público, por eso a mí me congratulan. Me recuerdan como buena persona, como un hombre honrado, trabajador y serio. Eso a mi me ha ayudado. Mi comportamiento no se olvida. No pueden decir una cosita mala del viejo Emiliano… ¿Sabe? Me enguayabo, hablo solo, lloro solo de acordarme de mis viejos tiempos. Uno viejo que recuerda tanta cosa. Tengo el mundo entero en la cabeza.

Las canciones que tiene en la mente, ¿Cómo las imagina?
Fui músico. Soy autor de cuatrocientas canciones. Le hice una canción a todo. Y yo que no estudié, todas las cosas quedaban en la mente. Entonces para decir, llevo una pieza… Todavía compongo. Pero ya no doy para cantarla. Tengo mucha música en la cabeza. Después de todo, el vallenato se puede decir que lo hicimos Lorenzo Morales y mi persona. Yo aprecié el mundo, cuando era otro mundo, que hicimos los músicos que empezamos. Después entró Escalona y los demás. Tobías Enrique Pumarejo, Lorenzo y yo éramos los primeros.

Usted es fundador de una dinastía…
Es que mi papá era músico. Cristóbal Zuleta. Y mi madre, ‘La Vieja’ Sara también. Y yo no quería que mis hijos fueran músicos. Pero ya ve. Oiga, señorita, lástima que me haya conocido de viejo… vuelva a visitarme.

(tomada del blog Vallenato Social Club)

sábado, octubre 29, 2005

tus besos

hoy me contaste nuestra pequeña historia. desde el primer día que me viste hasta la noche en que, luego de "dos intentos de valentía", me besaste.
ayer almorzamos juntos y fuimos a tomar café... y a veces la sensación tangible de estar soñando, cuando te beso... como el miércoles, también juntos por la tarde...
y ayer luego la película al aire libre y caminar buscando un helado y acompañarte en medio de la lluvia hasta tu casa.
ha sido un largo camino hasta tu lado. un camino complejo y triste a veces y enredado. unas historias que a veces no entiendo cómo me han llevado hasta tu lado. pero a veces sé por qué estamos juntos. no sé decirlo, pero me leo y me miro y me encuentro y hay alguien, aún, que merece tus besos.
y que puede hacerte feliz. y consentirte. y cuidarte.
y seguir soñando.

miércoles, octubre 26, 2005

la vaca...

hoy te fuiste. y cerca al lugar donde están las cosas sagradas, sonríe la vaca de felpa que me regalaste...
hoy te fuiste y apenas pude abrazarte.
hoy tuve muchos abismos, pero el abismo terrible es que te vayas.
ese vacío que me confronta con el amor que hice crecer en vos y que no pude corresponderte.
con la torpeza de tantas veces que no supe entender que sólo eras una niña.
acaso me perdones y me entiendas, pero jamás voy a poder perdonarme.
no sabés cuánto quisiera que no te fueras y que pudiéramos aprender a querernos...
pero la calma de aquellas tardes, la calma suave de tu piel y tu olor en mis brazos, se fue, y ahora, quizás hasta tu voz se haya ido para nunca.
cuánto quise decirte: no te vayas.
cuánto quisiera que existieran dioses a los cuales suplicarles que nada malo te pase.
ahora, acá, sólo queda el recuerdo y la culpa y tu ausencia.
esas cosas que ya sólo curará la muerte.

lunes, octubre 24, 2005

desde el sábado 22

y cuando más creo

es cuando nos escucho reír

sábado, octubre 22, 2005

nueve horas

vamos juntos entre las horas, que se deshacen y nos dejan juntos, abrazados, y que no bastan.
y que son suficientes.
para la felicidad de la incertumbre y la certeza.

martes, octubre 18, 2005

regalo

hace poco me lo regalé: la compilación de TODO Calvin & Hobbes.
llegaron el viernes a donde mis viejos y el domingo pasé por los tres libros enormes. me emocioné tanto cuando mi madre me avisó que habían llegado. vos estabas conmigo y todo el fin de semana te sonreías de escucharme y verme tan feliz.
y la noche del domingo, mientras los leía pensaba por qué los amo tanto, a ese par. y sé, con una forma definitiva de tristeza, que los amó porque son yo. porque hablan de tantas cosas que me dan abismos y nubes y mares y lluvias. porque soy niño y tigre inventado. y no hay manera, quizás, de estar más vivo que serlo. ni más solo.

aunque afuera y tan adentro te tenga a vos.

domingo, octubre 09, 2005

tarde, noche

el viernes estuvimos más tiempo juntos del que habíamos pensado. charlamos un rato en la terraza, nos separamos un rato mientras imprimía mi poema, fuímos a cuenteros (no me ayudó al dolor en el cuerpo y en los dientes el que ninguno tuviera casi magia en la palabra), y me acompañaste a llevar el poema.
y te fuiste.
la noche del concierto, sin mirarnos, nuestras manos se buscaron al despedirse, al alejarse.
ayer, en la calle, tu mano tembló un momento en la mía. fuímos a la exposición de Wiedemann y deambulamos un rato para terminar el día leyéndote a Yoshimoto. luego te fuiste a casa.
luego en la noche hablamos largamente y te desnudé mis miedos.
y vos me escuchabas, me recibías.
a pesar de mí mismo, a pesar de todo lo que nos separa, seguiremos juntos.
esa es nuestra paz y nuestra felicidad: saber que nos tenemos. y en mi caso, además, que te tengo más a vos que a mí mismo. y que por vos, me recibo.

lunes, octubre 03, 2005

vos y milagro

Acabo de regresar de escuchar a Pieter Wispelwey. A pesar de que cuando supe la semana pasada que su repertorio iba a ser de compositores que yo desconocía, y del siglo 20, la crítica entusiasta sobre sus interpretaciones no me dejó dudas sobre ir. Llamé a Vivian recién tomada la decisión y compré boletas para ambos.
(Qué hermoso ir con vos. Como siempre, pongo en tus manos las heridas de esta piel frágil.)
El programa incluía la Suite No. 1 de Reger (con hermosas remembranzas barrocas), la Suite No. 1 de Britten (la experiencia onírica más hermosa que he sentido en un concierto: un viaje, un viaje...) y la Sonata Opus 8 de Kodály (un despliegue asombroso de virtuosismo). El encore fue un adagio que no reconocí ni creo conocer (un suave, intenso devisceramiento, una caricia por debajo de la piel hasta los huesos)...
Y esta euforia. Y la paz y la dicha de que la acompañes.